El Ejercicio Físico Tras un Infarto

1. Introducción: ¿Qué es un infarto de miocardio?

El infarto de miocardio, conocido comúnmente como “ataque al corazón”, es una de las principales causas de mortalidad en las sociedades desarrolladas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares son responsables de aproximadamente 17,9 millones de muertes al año, lo que representa un 31% de todas las muertes a nivel mundial. De este total, alrededor de 7,4 millones son causadas por la enfermedad coronaria, de la que el infarto de miocardio es una manifestación crítica.

Este tipo de eventos cardíacos no solo impactan gravemente la calidad de vida de las personas, sino que también suponen una enorme carga para los sistemas de salud. No obstante, los avances en el tratamiento de los pacientes infartados han mejorado significativamente los pronósticos. Uno de los mayores progresos en las últimas décadas ha sido la angioplastia coronaria, un procedimiento mínimamente invasivo que permite restaurar el flujo sanguíneo en las arterias coronarias afectadas por estenosis o oclusión.

2. Avances en el tratamiento: La angioplastia coronaria

El proceso de angioplastia coronaria, también conocido como intervención coronaria percutánea, implica el uso de un cateterismo cardíaco para ensanchar las arterias que irrigan el corazón. En muchos casos, se coloca un stent, un pequeño tubo de malla metálica que mantiene la arteria abierta y previene una nueva obstrucción. Esta intervención ha salvado innumerables vidas y ha permitido reducir significativamente la morbi-mortalidad tras un infarto de miocardio.

Sin embargo, aunque la angioplastia coronaria ha transformado el tratamiento del infarto, no es suficiente por sí sola. Los cambios en el estilo de vida, especialmente la incorporación del ejercicio físico regular, juegan un papel crucial en la recuperación y la prevención secundaria de futuros eventos cardíacos.

3. El ejercicio físico como piedra angular en la prevención secundaria

Adoptar un estilo de vida saludable después de un infarto puede reducir significativamente el riesgo de muerte y mejorar la calidad de vida. De acuerdo con la OMS, hasta el 80% de los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares prematuros son prevenibles si las personas adoptan hábitos saludables, como no fumar, mantener un índice de masa corporal (IMC) adecuado y realizar actividad física de manera regular.

Un estudio con más de 3.200 pacientes que habían sufrido un infarto o la colocación de un stent reveló un panorama preocupante: solo el 7% de los pacientes cumplió con todas las recomendaciones de cambios en el estilo de vida un año después del evento cardíaco. Aún más preocupante, el 30% de los pacientes seguía fumando, el 79% tenía sobrepeso u obesidad, y el 45% no realizaba la cantidad mínima de actividad física recomendada (150 minutos a la semana).

Este mismo estudio mostró que un 54% de los pacientes tenía un alto riesgo de sufrir un nuevo evento cardiovascular, lo que pone de relieve la importancia crítica de la prevención secundaria. Sin embargo, se estima que si los pacientes siguieran las pautas sobre el estilo de vida saludable y el tratamiento médico, el riesgo de un segundo infarto se reduciría a la mitad, quedando en un 25%.

4. Beneficios del ejercicio físico tras un infarto de miocardio

Las investigaciones han demostrado que el ejercicio físico regular después de un infarto no solo es seguro, sino que también puede reducir el riesgo de muerte de manera significativa. Un estudio de la Asociación Americana del Corazón, que involucró a más de 22.000 pacientes, analizó los efectos de la actividad física en los infartados, clasificándolos en cuatro grupos según su nivel de actividad:

  • Inactividad permanente.

  • Actividad reducida (disminución de la actividad física tras el infarto).

  • Actividad aumentada (incremento de la actividad física tras el infarto).

  • Actividad física permanente (aquellos que se mantuvieron activos).

Los resultados fueron concluyentes: el riesgo de muerte fue un 37%, 51% y 59% menor en los grupos de actividad reducida, aumentada y permanente, respectivamente, en comparación con los pacientes que permanecieron inactivos. En resumen, volverse físicamente activo después de un ataque al corazón reduce drásticamente el riesgo de mortalidad, con beneficios aún mayores en las personas que ya eran activas antes del infarto y que continuaron con su rutina.

5. El ejercicio físico vs. la angioplastia: ¿Cuáles son los beneficios?

En un estudio pionero, el investigador alemán Rainer Hambrecht comparó los beneficios del ejercicio físico frente a la implantación de un stent en pacientes con enfermedad coronaria estable. El resultado fue revelador: los pacientes que siguieron un programa de ejercicio de resistencia durante un año presentaron una mayor supervivencia libre de eventos cardíacos (88%) en comparación con el grupo que recibió un stent (70%). Además, los que se ejercitaron lograron un mayor aumento en su capacidad cardiorrespiratoria, medido a través del VO2max, una métrica clave en la evaluación de la salud cardiovascular.

No solo se vieron mejoras en la capacidad cardiorrespiratoria, sino que el coste del tratamiento fue considerablemente menor. Mientras que el tratamiento con stent costaba aproximadamente 7.000 dólares por paciente, el programa de ejercicio tuvo un coste medio de 3.500 dólares por paciente, demostrando que el ejercicio no solo es efectivo, sino también más económico.

6. ¿Es seguro el ejercicio tras la implantación de un stent?

Una de las preocupaciones más comunes entre los pacientes es si es seguro retomar el ejercicio físico tras la implantación de un stent. La respuesta, basada en investigaciones recientes, es que sí lo es. Un estudio publicado por la Sociedad Europea de Cardiología concluyó que realizar ejercicio submáximo el día después de la intervención no aumenta el riesgo de complicaciones, como la trombosis del stent.

Incluso el entrenamiento a intervalos de alta intensidad (HIIT), que se suele asociar a grandes demandas físicas, ha demostrado ser seguro y efectivo en pacientes con antecedentes de infarto. En comparación con el entrenamiento de intensidad moderada, el HIIT mostró una mejora significativa en el VO2max, lo que sugiere que puede ser una estrategia viable para mejorar la capacidad cardiorrespiratoria sin aumentar el riesgo de complicaciones.

7. Conclusión: El ejercicio como herramienta esencial en la prevención y recuperación cardiovascular

El ejercicio físico es una herramienta poderosa en la recuperación de los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio. Los estudios muestran que mantenerse activo reduce significativamente el riesgo de muerte, mejora la capacidad cardiorrespiratoria y, en muchos casos, es más efectivo que los tratamientos invasivos como la angioplastia. Además, tiene el potencial de reducir los costos asociados al tratamiento de enfermedades cardíacas.

En este Día Mundial del Corazón, el mensaje es claro: la actividad física debe ser una prioridad para quienes han sufrido un evento cardíaco. No solo puede mejorar la calidad de vida, sino que también puede salvar vidas.


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